Jesús lloró.
Juan 11,35
Como dato curioso este es el versículo más corto de la Biblia. Contiene solo dos palabras. La primera palabra es el nombre que es sobre todo nombre, Jesús. No hay otro nombre debajo del cielo en el cual podamos ser salvos. La segunda palabra es lloró, un verbo en aoristo, la palabra llorar que significa expresar la pena mediante el llanto y las lágrimas, es decir, dos efectos: uno audible y el otro visible.
Como humano Jesús es el ser más grande que haya pasado por el planeta, pero a la vez ha sido el ser humano más noble y humilde. Tanto que siendo un rey se humilló hasta morir en una cruz, lavó los pies a sus discípulos y como dice Juan 11,35 Jesús lloró.
¿Por qué es importante destacar esta faceta de Jesús? ¿No será mejor hablar de Jesús en términos que hablen de lo victorioso y todopoderoso que él es? Esto, desde luego, es importante, pero sin olvidar tampoco su humanidad. Porque nosotros somos humanos. Sentimos debilidades y tentaciones humanas. Por eso nuestro mejor espejo, el ejemplo a seguir es aquel que «fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado» (Hebreos 4:15 RVR1960).
A veces se nos quiere inculcar la idea de hacernos los super hombres que salen victoriosos en todo, de cara a la galería. Sin embargo, eso es insalubre para la propia autoestima y personalidad, aparte de ser un comportamiento hipócrita. El otro extremo sería vivir en un estado de desconsuelo o depresión perpetua. Pero entre una cosa y otra, no veo nada más auténtico que llorar cuando sea hace necesario y reír cuando el ambiente así lo requiere. Jesús lloró ante la tumba de su amigo Lázaro. Hay quienes dicen que Jesús se deprimió por la incredulidad de los judíos, pero yo considero que lo hizo por la verdadera pena que sentía por lo mucho que amaba a su amigo muerto, tal como observaron inmediatamente los judíos que estaban allí presentes. Jesús también sintió un nudo en su garganta y deseaba desahogarse por medio del llanto.
Dios te bendiga y te guarde.
Recuerda: «ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es» (1 Juan 3:2 RVR1960). Esto incluye también el lado humano de Jesús.
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